Resistencia Telefonica

Por Safear Ness

Nota de Safear: La primera vez que envié un borrador de este ensayo a través de Connect Network (el sistema de mensajería de la prisión), un teniente a cargo de la seguridad de la prisión me llamó a su oficina para interrogarme. Las copias impresas del correo electrónico estaban en el escritorio frente a él cuando entré. Le expliqué que el ensayo era sobre un viejo incidente en una prisión distinta y estuvo de acuerdo a que lo enviara como parte de mi participación en un grupo de escritura de gente de adentro y afuera.

Nueve meses después, los ensayos del grupo de escritura aún no ha habían  publicado debido a problemas de financiación. Le mencioné esto a Garrett Felber, quien se ofreció a publicar el ensayo en el blog de Estudio y lucha (Study and Struggle). Hice algunas correcciones y lo envié de vuelta a través del sistema de mensajería. Dos días después fui encerrado y enviado a confinamiento solitario. Durante la semana siguiente me cuestionaron acerca de este ensayo y mi conexión con una huelga laboral planificada en el PA DOC (Departamento de Correcciones de Pensilvania). Ya estaba en libertad condicional y esperando ser liberado en ese momento. Tras no poder encontrar pruebas suficientes para acusarme de mala conducta, me liberaron del confinamiento solitario. Ahora estoy afuera.

La censura carcelaria es una herramienta nefasta que utiliza la administración para evitar que las personas encarceladas se organicen y que quienes están afuera sepan que siempre estamos resistiendo. La verdad es que no quieren que se difundan ensayos como este. Un incendio comienza con una pequeña chispa.

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¿Podría vivir sin su celular? ¿Cómo funcionaría? La mayoría de las personas en el mundo de afuera, libre, no podrían imaginar la vida sin éste. La gente encarcelada no tiene ese privilegio. Los móviles están prohibidos en la prisión estatal de Pensilvania. Pero para aquelles encerrades, no existe una cosa más valiosa que el teléfono. Está montado en la pared, cuesta un dólar por 15 minutos y está limitado a 20 números que deben ser aprobados previamente por la prisión. A pesar de sus limitaciones, es nuestra línea que conecta a la vida hacia el mundo libre. Vivimos nuestras vidas a través de ella. Algunas personas se casan a través de este, otras se divorcian. Les padres crían a sus crianzas. Les hijes cuidan de sus padres. Reímos, gritamos y lloramos a través del auricular.  En la prisión, un teléfono es mucho más que un teléfono.

La misión del Departamento de Correcciones de Pensilvania (PA DOC) es "reducir el comportamiento delictivo brindando tratamiento y educación individualizada a delincuentes, lo que resulta en una reintegración exitosa a la comunidad a través de la rendición de cuentas y el cambio positivo". El vacío de sus palabras es demolido por la hipocresía de sus acciones. Los estudios demuestran que uno de los medios más efectivos para disminuir la reincidencia es un sistema de apoyo sólido y la creación de conexiones en la comunidad. Si bien el PA DOC pareciera apoyar esto mediante su discurso, su política a menudo se refleja de manera distinta.

Durante la pandemia de COVID-19, y en oposición directa a la misión de "reintegración comunitaria exitosa", la administración de SCI Fayette decidió limitar a las personas encarceladas a una llamada telefónica de 15 minutos por día. Este ensayo muestra cómo una coalición arcoíris de gente encarcelada en Fayette luchó contra la política de restricción telefónica. Y cómo, a pesar de un montón de oposición, ganamos.

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Cuando comenzó la pandemia y les funcionaries de la prisión restringieron nuestro movimiento, abolieron el comedor, cancelaron la programación y nos confinaron en nuestras celdas, especulamos abiertamente que la prisión usaría esta emergencia médica a su favor y continuaría con estas restricciones como medio de control.

Como personas encarceladas, nuestra comunicación con el mundo exterior dependía principalmente de llamadas telefónicas y ‘video visitas’. Luchamos para mantener las relaciones con nuestros seres queridos, que se limitaban a cuatro llamadas telefónicas de 15 minutos, cada día.

La administración de Fayette nos pidió que cumpliéramos con las precauciones de COVID para facilitar la transición. La mayoría de nosotres estábamos preocupades por contraer el virus, así que cumplimos. En ese momento la violencia entre la gente encarcelada era casi inexistente. Con el paso del tiempo nos dijeron que nos pusiéramos la vacuna para reabrir la prisión. Estábamos cansades del encierro, así que la mayoría de nosotres también cumplimos con eso. Luego ofrecieron el refuerzo de la vacuna. Y también nos la pusimos.  Después de todo eso, la administración penitenciaria nos ‘recompensó’ implementando una nueva política que nos limita a una sola llamada telefónica de 15 minutos por día.

La noticia de la restricción telefónica provino por primera vez de una grabación de video publicada en un canal de televisión de la prisión. Una persona de la administración anunció la nueva política en un tono condescendiente. Afirmó que previamente nos había advertido que, si no podíamos resolver la situación del teléfono nosotres mismes, lo harían por nosotres. Dijo que todavía estaban recibiendo quejas. Ahora estaban tomando el asunto en sus propias manos.

La política era implementar una hoja de registro telefónico. Cada persona presa estaría limitada a inscribirse a un espacio de 15 minutos durante su tiempo recreativo cada día. Si quedaba tiempo, se dejaría a discreción del sargento del bloque a que permitiera el uso posterior del teléfono. No había garantía de que pudiéramos hacer más de una llamada.

Pero fue primeramente la administración, la que creó la situación estresante del teléfono. Dividieron el bloque en grupos, y solo permitieron una cantidad limitada de tiempo para que todes pudieran hablar por teléfono. Había demasiada gente, no había suficientes teléfonos y no había suficiente tiempo. En lugar de extender nuestro tiempo de espera o de agregar más teléfonos al bloque, decidieron castigarnos por una situación que elles crearon.

Estaba encolerizade. Mis camarades estaban furioses. Todes quienes usaban el teléfono, que son casi todes les prisioneres, odiaban la idea de la próxima restricción. Ya habíamos hecho todo lo posible para que la situación del teléfono fuera lo más segura posible. Creamos nuestras propias líneas telefónicas. Estuve en tres bloques diferentes durante el encierro. En cada bloque, las filas eran largas, y a veces no podíamos comunicarnos a la hora exacta que queríamos, pero eventualmente todes tuvieron tiempo de hablar por teléfono más de una vez. Para nosotres, la administración estaba ejerciendo su poder. Pero, ¿qué se podría hacer, si es que se podía hacer algo? ¿Tomaríamos esto sin hacer nada? ¿O la gente finalmente diría basta y se pondría de pie para luchar?

El twitter de la prisión estaba lleno de especulaciones. Un grupo de nosotres entendimos que una revolución necesita organizadores. Teníamos la ira de la gente. Ahora solo faltaba canalizarlo. Pero teníamos que actuar rápido. La administración anunció que las restricciones se implementarían en aproximadamente una semana. Primera etapa: planificación.

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La planificación comenzó con un pequeño grupo de nosotres, que vivíamos en el mismo bloque. Procedíamos de varios grupos sociales en la prisión: musulmanes, cristianes, nacionalistas negres, blanques y afiliades a "pandillas". Usando nuestras redes le tomamos el pulso a la gente. Ni una sola persona quería la restricción. La mayoría estaba lista para tomar una posición. Sin embargo, había un obstáculo que superar. Incluso entre quienes estaban listes, muches expresaron dudas sobre si otras personas se unirían o si se retirarían cuando llegara la presión.

Nuestro grupo desarrolló rápidamente un plan de acción. La acción pública en sí fue bastante sencilla: boicotearíamos la lista de teléfonos y nos negaríamos a firmar. Anticipamos que la prisión podría contrarrestar impidiéndonos usar el teléfono, por lo que decidimos boicotear el teléfono por completo. Si la restricción continuaba, aumentaríamos nuestra resistencia con un boicot alimentario y enviaríamos nuestras bandejas de vuelta a la cocina.

La mayoría de los grupos sociales tienen un líder o líderes a quienes buscan para orientación. Algunes llevan a etiqueta explícita de líderes, otres actúan en esa capacidad sin el título. De todos modos, para ser lo más efectives posible, nos dirigimos hacia les líderes de los diversos grupos en toda la prisión. Una vez que les activamos como parte de la resistencia, tuvieron influencia sobre otres.

Difundir nuestro mensaje como grupo a quienes tienen influencia sobre un gran número de personas nos permitió compartir parte del riesgo. Ahora había un ejército de organizadores. Eso dificultó que la administración pudiera identificar a les organizadores iniciales. E incluso si lo hicieran enviándonos a confinamiento solitario, no neutralizaría la resistencia. No es que estuviéramos sin líderes. Por el contrario, nuestres líderes estaban integrades con la gente, tomando la dirección de las personas y rindiéndoles cuentas, directamente a elles. Esto se le conoce como construir una hidra. Cuando le cortas la cabeza a un dragón, muere. Una hidra tiene múltiples cabezas y cuando le cortas una, otras dos crecen en su lugar.

Se produjo un debate sobre si debiésemos escribir un folleto para distribuirlo. La escritura sería un recordatorio para la gente de todas las cosas que la prisión nos había quitado a lo largo de los años, sus planes para la restricción telefónica y nuestro plan para contraatacar con la ayuda de cómplices de afuera. Serviría como un estímulo para hacer frente a nuestres opresores. Algunas personas sintieron que un folleto llegaría a manos de la administración. Si eso pasaba, argumentaron, alguien puede ir al hoyo (segregación). Otres sintieron que la administración de todos modos se enteraría de nuestros planes a través de sus informantes. Además, este grupo dijo, queremos que la administración sienta la presión; queremos que sepan que no planeamos tomar esto a la ligera. Todes entendieron que, con panfleto o sin este, algunes de nosotres podríamos  terminar en segregación. Al final, se decidió seguir adelante con su distribución a organizadores seleccionados que se lo mostrarían a otras personas, pero se lo quitarían cuando terminaran de leerlo.

Algunes de nosotres habíamos estado desarrollando amistades con abolicionistas del mundo libre. Sabíamos que si queríamos lograr esto, también necesitaríamos personas que atacaran desde afuera hacia adentro. A nuestres cómplices externos se les delegaron dos tareas. En primer lugar, se iba a desarrollar una campaña telefónica en las redes sociales. Un camarade de adentro escribió una breve descripción de la restricción y pidió a cualquier persona interesada, que llamara a la prisión y que se quejara. Y, por supuesto, aconsejábamos a todas las personas encarceladas a que se comunicaran con sus familias y les informaran sobre la restricción telefónica. Esto le permitiría a la administración saber que no estábamos solitarios, adentro. Transmitimos esta información a través de una ‘video visita’.  En ese momento, las visitas por video eran menos que por teléfono. Y como teníamos poco tiempo, no podíamos usar el correo postal. Si tiene tiempo, el método más seguro es el correo postal y que una persona que no esté bajo vigilancia lo envíe por correo.

En segundo lugar, nuestres cómplices de afuera establecieron una cuenta de comunicaciones inteligente, quizás varias cuentas, para comunicarse con la gente encarcelada en toda la prisión. Una persona presa logró obtener una lista de los nombres y números de personas encarceladas en todo el recinto. Más de 100 personas presas ubicadas en distintos bloques recibieron un mensaje sobre la próxima restricción telefónica y nuestra resistencia planificada ante esta. Hubo algunas preocupaciones de seguridad acerca de dar este paso. No queríamos que la administración pensara que eran los responsables de organizar en su bloque. Sin embargo, determinamos que, dado que las restricciones de COVID podían evitar que algunas personas estuvieran informadas, los beneficios superaban el riesgo. Les aconsejamos que enviaran un mensaje diciendo que no podrían participar en el boicot telefónico porque iba en contra de las reglas y para bloquear al remitente. De esa manera, podrían usar eso como evidencia si alguna vez recibieran algún cargo de mala conducta. La guerra es engaño. Este método solo se usó por necesidad y debe evitarse si es posible.

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Hicieron un anuncio: "Si quiere usar el teléfono mañana, firme la hoja en la sala de estar". Los ojos de todos recorrieron el bloque. ¿Quién daría el primer paso? Algunes compañeros y yo nos acercamos a la mesa. Había una nota al lado del registro que explicaba la política. Nos sentamos cerca de la mesa y vigilamos.

La gente estaba entusiasmada con la unidad que estábamos presenciando. En un momento, alguien se acercó al escritorio y firmó la lista. Antes de que tuviera la oportunidad de irse, une camarade se le acercó y le explicó que no estábamos firmando la lista, que estábamos protestando por la política. ¿Cómo es posible, explicó, que se supone que la misión del DOC es la rehabilitación y convertir a la gente encarcelada en miembros productivos de la sociedad, pero no hacen nada para que eso suceda? Los estudios muestran que generar apoyo comunitario es uno de los factores más importantes para reducir la reincidencia, pero la administración quiere bloquear nuestra conexión con la calle. ¿No es eso una mierda? Estábamos cansades de que nos oprimieran. Esta vez estábamos de pie. La persona estuvo de acuerdo e inmediatamente eliminó su nombre de la lista.

De todas las personas en el bloque, hubo una que se negó a unirse a la resistencia. Era un conocido ‘lamebotas’ y presunte informante. Su ocupación de trabajador de bloque le hacía sentir que dominaba el bloque junto con les CO (Oficiales de Corrección). Encontraba más alegría en conversar con elles que con nosotres. No fue una sorpresa que continuara firmando la lista. Algunes sugirieron que le sacáramos del camino. Pero la situación realmente no requería eso. Aconsejamos a la gente que le abandonaran. Él no tenía ninguna influencia, así que era más seguro dejarlo.

No todos los bloques participaron en el boicot. Por ejemplo, un bloque con baja participación fue uno que alberga a la mayoría de les trabajadores en el taller de Correction Industries (CI). Son los puestos mejor pagados en la prisión, con un promedio de $150 al mes. Son en su mayoría hombres mayores que aprecian el dinero. Muches, son gente blanca. Este privilegio afecta su unidad con otra gente presa.

Muches de elles se confinan en el bloque, y nunca van al patio donde se congrega la demás gente presa. Lo que es más preocupante es que la mayoría de estos, tienen amistad con CO (Oficiales Correccionales) y el personal. Es casi como si se relacionaran más con la administración que con las personas con las que están encerrades. Esta dinámica merece un análisis más sustancial, pero por lo menos puedo decir que la administración usa su trabajo como manera de control sobre elles. Se parecen a la pequeña burguesía del mundo libre. Rara vez algune de elles apoya la liberación colectiva. Vendieron su impulso revolucionario por unas sopas y galletas.

Nuestres cómplices de afuera continuaron llamando a la administración. No sé qué respuesta recibieron. Para nosotres, fue suficiente que la prisión supiera que teníamos apoyo, que no podían esconderse detrás de su velo de secreto como lo hacen normalmente. Algunes organizadores de afuera pueden ver publicaciones en las redes sociales pidiéndoles que llamen a la administración de la prisión y pueden pensar que no es importante: ¿qué puede hacer mi llamada? Se equivocan. La organización adentro, se fortalece con el apoyo de la gente de afuera.

El segundo día, volvieron con la lista de teléfonos por la noche. Sólo una persona firmó la lista. Usted sabe quién. Al día siguiente, los teléfonos funcionaron con normalidad. La tercera noche fue la última vez que intentaron poner la lista. Después de eso nunca más hubo una lista. Nos sorprendió que nadie fuera encerrado. Tampoco nos encerraron. Quizás la administración no pudo identificar a les organizadores. Tal vez nuestres cómplices de afuera les mantuvieron bajo control. Podría ser que sus superiores en la oficina central les dijeran que se retiraran. Es difícil saber con certeza.

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Nuestra guerra no se decidió en una batalla épica. No hubo celebraciones de la victoria. La administración no anunció ninguna derrota. En cambio, dejaron que la restricción telefónica se desvaneciera silenciosamente. Pero sabemos lo que pasó. Nos reunimos; Nos organizamos; Luchamos contra la restricción telefónica; Ganamos. A pesar de todes quienes dijeron que nunca funcionaría, ganamos.

Las personas encarceladas no solo están separadas del mundo libre, estamos separades unes de otres. La prisión erige muros tanto físicos como interpersonales. Las prisiones más modernas favorecen bloques más pequeños y patios más pequeños para mantener la interacción social al mínimo. Si el corazón de la organización es la construcción de relaciones, entonces, ¿cómo se organiza si no se tiene la oportunidad de socializar? Las personas encarceladas deben ser creativas para superar estas barreras. La programación carcelaria prescrita puede convertirse en una base subversiva. La biblioteca de derecho, las aulas escolares y los espacios religiosos pueden convertirse en lugares de reuniones para la organización. Con más tiempo y oportunidad podríamos haber utilizado estos espacios carcelarios "legítimos" para correr la voz sobre el boicot telefónico.

Cuando te encuentres en estos espacios, sal de tu zona de confort y atrévete a conocer gente nueva. En lugar de comenzar con una declaración, lanza una pregunta. Puede ser tan simple como: "Oye, ¿te enteraste de tal y tal noticia? ¿Qué piensas al respecto? Iniciar conversaciones para la resistencia telefónica generalmente era tan fácil como: "¿Oye, te enteraste de la próxima restricción telefónica? ¿Qué piensas al respecto?" Incluso las personas que no usaban el teléfono a menudo odiaban la idea de que la administración nos quitara más. ¿Por qué? Porque seguimos aguantando mierda y "nadie hace nada y se defiende". Anticipa esa respuesta. ¿Por qué esta vez es diferente?

Antes de la resistencia telefónica, pasábamos mucho tiempo creando grupos de estudio, conectando a las personas encarceladas con activistas de afuera y aumentando nuestra educación política, colectivamente. Estos grupos fueron una parte integral de nuestra resistencia. Si no hay grupos de estudio donde estás, comience uno ahora mismo. Tome un libro, llévelo a la sala de estar y comience una conversación. Puede ser tan simple como eso.

El plan de la administración para restringir el teléfono resultó contraproducente de maneras que no podrían haber imaginado. En lugar de aislarnos del mundo libre, nos unieron. Y cuando nos unimos colectivamente, ganamos.


Safear Ness es un abolicionista anteriormente encarcelado, recientemente liberado de la prisión estatal de Pensilvania. Su linaje se remonta a los pueblos indígenas (Apache Chiricahua), colonizadores españoles y colonos blanques. Todavía organiza contra el PIC (Complejo Industrial Carcelario) con compañeres encarcelades, (Study and Struggle) /Estudio y Lucha, y (In the Belly) En La Barriga. Sus escritos han aparecido en Jewish Currents, Utopix y Asian American Writers Workshop. En estos días está reviviendo In The Mix, un podcast de gente en la prisión que ayudó a crear mientras estaba encarcelado.

Síguelo en Twitter e Instagram: @Safear215

Síguelo In The Mix: Prisoner Podcast @Inthemix2021


'¿Qué podemos imaginar para nosotros y para el mundo?' crédito de imagen: Molly Castello

Traducción de Imagen: "En lugar de intentar arreglar lo que tenemos, la Abolición nos invita a preguntar: ¿qué podemos imaginar para nosotros y para el mundo?"